martes, 4 de noviembre de 2008

El mensaje


Soy Akkad, Algunos me llaman la CORONA ARDIENTE. Estoy aquí para hablarles de las sabidurías que en sueños he recibido, sabidurías que solo llegarán asta sus mentes cuando sepan observar las señales de las eras.


Paagrio, dios del fuego y padre de los orcos a través de mi boca dijo esto:


No soy aquel que dominado por un horror al vacío huye del verdadero sitio buscando un sueño para convertirlo en patria.


El presente no me parece la prolongación de una ayer inaceptable,

el porvenir no me cae en la nuca como un cierre metálico

ni me devoran todas las sombras del mundo.


De la barca de la penumbra soy el clarividente

Mascaron de proa,

La abeja dorada que acecha debajo de cada letra,

La llave que abre las dimensiones selladas,

El obrero que construye una mansión infinita,

El ojo que palpita en el vientre del azar.


Como el heroico vuelo del águila herida, voy más allá de donde cesan las palabras.

Entre acordes, matices y estructuras, permito que la ilusión ascienda a la belleza,

Concedo un proyecto a los derrumbes, convenzo al caos

Para que alumbre un orden,

Acepto ser el grito de esperanza lanzado por las piedras.


Ni el alacrán de los juicios ni la cobra de la duda pueden convencerme.

Lo importante no es un disfraz de lo nimio,

Lo necesario no es una farsa de lo casual,

Lo duradero no es un suspiro de lo efímero, la verdad no es un pez ciego en el océano sin fin.


Quien ignora las amenazas de la luna y con humildad acepta mi presencia

Se apodera de la espada flamígera que relumbra en las entrañas del alma.


Canto secreto de los huesos en la fragilidad de cada huella,

Pilar de mármol vivo entre el letal laberinto de la hiedra,

Montaña que ha sentido el vuelo fugas de las luciérnagas,

Refugio para el caminante que avanza con los pies heridos.

¿Cómo no dar pan a los hambrientos? ¿Cómo no humillar al altanero?


Desmenuzo los cerrojos de hierro, libro a los caídos de su ruina,

Expulso del idioma la inmundicia, los latidos de mi corazón dictan las Leyes.


Enjambre inexorable alredor de mi cetro giran los ancestros.

Puente sobre los barrancos del tiempo, hemos unido la raíz de nuestras mentes,

Bebido la sangre de inclementes bestias, lanzado flechas para dominar al viento,

Sobre cabezas cortadas elevado tempos,

Con una mascara de pájaro y un cuchillo verde

Sometido el reino de los muertos.


¿Dónde puede levantarse mi trono si no es en centro del firmamento?


Entre el fecundo aroma de la cima y el visceral aliento del abismo

Cambio los cuernos de mi frente por una corona que impone la obediencia.

Esperma donde se une la locura del agua con el ardor del desierto,

En mi oído interno escucho el canto de cien mil pájaros blancos.


Cesa de sentirte un hijo abandonado, para despertar cumple aquello que te aterra,

Acepta que tu cuerpo sea un sueño, haz del tiempo un parpadeo,

Arroja de tu lengua los conceptos, transforma tu nombre en una hoguera, no le ofrezcas resistencia al abandono, pide al viento que borre tu memoria,

Renuncia a marcar un territorio, conviértete en cuerda de arco de fronteras,

Actúa como cómplice del cosmos, disfrazado de oveja entra en el hocico del lobo,


Con la terquedad de una roca, persevera. Un día, echando llamas como un sol de carne te habrás convertido en Su persona. Entonces serás el único propietario de ti mismo.